Quien dijo que los hombres no pueden llorar,
que importa lo que diga la sociedad,
que me dirás que vives de ella,
me dirás que no dejarás que fluya de ti la tristeza solo
por el que dirán los demás,
acaso vas a guardarte la inundación de lágrimas que el corazón
quiera botar por solo parecer fuerte frente a la tempestad,
que no dejarás que tu alma libere lo que sienta y se las
lleve las olas del mar.
No eso es injusto,
tanto los hombres como las mujeres podemos llorar,
es algo que viene de nuestro interior,
y te digo, no te guardes jamás el dolor que sienta tu
corazón,
porque al pasar el tiempo eso dolerá y explotará como una
bomba de tiempo,
y no sabrá de lugares,
no sabrá de personas,
ni de nadie,
solo fluirá como el agua del río
cuando baja con la corriente por los valles entre la
gente
como si fueran las montañas que componen la cordillera de
la vida,
tantas subidas y tantas caídas.
Deja que tus ojos saquen lo que sienten,
como las nubes sacan la lluvia de ella,
y así no sentirás la tormenta de relámpagos y truenos
sonar en tu cabeza,
como si fueran los pensamientos y los sonidos del viento.
Judith Farías.
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