La cueva del bosque (Parte 2)


Días después, en la casa de los abuelos de Laura y Julián, se respiraba un ambiente fresco, tranquilo y agradable; luego de que casi una semana atrás, abrían pasado el peor susto de sus vidas. La noche del suceso a Julián le costó dormir, y cuando lo logró tuvo una pesadilla con el espectro terrorífico encontrado en aquella cueva. Al día siguiente todo transcurrió con normalidad, la noche llegó, y prácticamente se había olvidado de aquel suceso, como quien ve una película de terror y al día siguiente sabe que no fue real.

 

Un tío de los niños llamado Pablo,  llegó ese día a casa para saludar a sus padres, y como no, a su hermana y sobrinos que allí se encontraban pasando sus vacaciones. Pronto se enteró de lo sucedido con los niños en la cueva, aunque al principio se sorprendió, pero al mismo tiempo esta historia le pareció familiar, la había escuchado en algún lado antes, pero tendría que recordar cuándo y a quien se la escuchó, quien se la abría contado y él no lo recuerda. Los abuelos por su parte no hacían muchos comentarios al respecto, solo decían que la cueva era peligrosa, terrorífica, y que era mejor no acercarse a ella, porque quien lo hiciera se arrepentiría; decían estas palabras mientras se miraban entre si.

 

Pablo se quedó por un momento meditando las palabras de sus padres, hasta que quiso preguntar

—¿Qué otra cosa podría suceder además de que te den un susto?

Su madre no dijo nada, pero su padre solo le respondió: —es muy peligroso, ese ser perjudica a quien se acerque por allá.

 

Pablo no quiso preguntar más nada, pues sabía que su padre no le revelaría más sobre el secreto de esa cueva, pero de lo que estaba seguro, era que ya él había oído de esa historia antes, que su padre también conocía muy bien, pero no se lo diría porque conociéndolo, no descansaría hasta averiguar qué era lo que se escondía allí. Entonces salió por un momento a caminar por los alrededores, con las manos en los bolsillos, pero con la mente en el secreto de la cueva del bosque. Él decía ser valiente, y que seguro esa cosa no lo intimidaría tan fácilmente, y aunque lo asustara miraría que es lo que se esconde tanto allí, que sus sobrinos fue tal el miedo que sintieron, que quedaron paralizados.

 

Al cavo de un rato, Pablo luego de pensar y pensar sobre lo sucedido con la cueva del bosque, decidió que estaría más dispuesto que nunca a descubrir lo que allí se encontraba, porque él sabía que había oído decir algo más sobre la cueva, algo que sus padres por alguna razón omitieron. De inmediato fue a despedirse de sus padres, su hermana, su cuñado y sus sobrinos ya que se iría un rato a donde unos amigos, pero omitió decir que iría a preguntar por la dichosa cueva para ver que sabían, para luego meterse en ella y averiguar por sus propios medios, a qué tanto le temían, pues se estaba envalentonando porque pensaba que no era tan malo después de todo, abría algo bueno allí, o quien sabe.

 

Minutos después, Pablo salió de la casa directo al pueblo, pues allí tenía unos amigos con los que solía jugar en un billar que allí había. Al encontrarse con ellos se saludaron como siempre, hasta que él les preguntó sobre la cueva para ver si sabían algo. Diego, era muy escéptico con estos temas, dijo que si había oído hablar de ella, pero que nunca le había prestado atención, aunque había escuchado que allí aparecía un demonio, pero él no creía en esas cosas, que seguro allí no abría nada más que una cueva abandonada en el bosque pero sin importancia, solo que la gente era muy supersticiosa. Mientras que Juan, su otro amigo le dijo que si, que si era cierto lo de la cueva, pero que nadie se atrevía a ir allí ya que el que entrara corría el riesgo de salir muy mal, porque al bicho,  fantasma,  demonio o como lo quisiesen llamar, no le gustaba que nadie fuera a husmear a su cueva, porque el que lo hiciese quedaría loco, o perdería la memoria, y fuera de eso andaría como un sonámbulo por todo el bosque y el pueblo sin saber quien era ni que andaría buscando, y sin saber a donde ir. Entonces pablo se queda pensando si sería verdad o ya estaba viendo muchas películas de terror para pensar así, mientras Juan seguía contándole, que allí había una gran fortuna de oro pero por el motivo antes mencionado nadie se atrevía a ir a sacarla.

 

Pablo se quedó muy asombrado, pero más cautivado que asombrado, todo porque su amigo le acababa de revelar el detalle que él no recordaba, el del oro, que decían que habían monedas de oro en un cofre, pero que el fantasma no quería que nadie se llevara de allá. Entonces Diego manteniéndose en su escepticismo, dijo. —yo insisto que no creo ni en el fantasma ni en el oro, pues la gente solo inventa, ni me da curiosidad ir, sería perder el tiempo en una cueva polvorienta que no tiene nada de importancia, seguro que de nada me pierdo.

 

Pablo con forme pasaba el tiempo estaba más cautivado y decidido a ir a aquel lugar, entonces dijo con determinación: —Lo de que te deja loco o sin memoria tampoco me lo creo, pues ya saben que a los demás los corroe la envidia y no quieren que nadie saque nada, pero al mismo tiempo no son tan valientes para ir, pero yo si lo haré, ahora me siento más valiente que nunca, y estoy dispuesto a ir aunque seguro me asusten, pero yo soy valiente y decidido, pues aunque estando allá y viendo o sintiendo algo extraño sienta un poco de miedo, no me dejaré tan fácil. Ya verán que conmigo no podrán.

 

Juan lo mira sin saber que decir, pues ahora no sabe si dejarlo que se marche a probar suerte con el fantasma horripilante de la cueva, o persuadirlo una vez más de que no cometa semejante locura, de la que seguramente no saldrá para nada bien. Pues finalmente se envalentonó y volvió a decir:

Oye pero es en serio, no vayas a ese lugar, que si lo haces luego terminarás mal; no es un chiste, ni es un invento por envidia, que al demonio que hay allá dentro no le gustan los curiosos.

Diego los miraba y sacudía la cabeza, mientras que pablo solo dijo:

—Tranquilo, todo está bien, solo iré hacer algunas vueltas, ahorita más tarde vengo, en unas dos horas.

Juan asintió no muy convencido pero decidió dejarlo marchar sin decir más nada, pues esperaba que con suerte se le pasara de verdad el capricho de entrar a la dichosa cueva. Entonces Pablo se despide de sus amigos, y sale rumbo al bosque.

 

Pablo ahora estaba de pie justo frente a la tapa que abría la terrorífica cueva del bosque; Sentía que la adrenalina recorría todo su cuerpo, por un lado pensaba en lo que le había dicho su amigo Juan de que terminaría mal, pero la idea de sacar buen oro, era más fuerte que los consejos de aquel hombre.

 

El viento empezaba a soplar con fuerza, Haciendo que el ambiente se tornara más terrorífico; Pero esto a pablo no le importó, pues estaba cegado con la idea de querer encontrar oro, para venderlo, hacerse rico y viajar por el mundo. A pesar del fuerte soplar del viento, el fuerte sacudir de las ramas de los árboles, esto no fue impedimento para que Pablo desistiera de abrir la cueva. Entonces abrió la tapa que parecía ser de concreto pero esto a aquel hombre no le importaba en absoluto, sacó una linterna de su bolsillo, y la encendió para descender poco a poco

Al oscuro y terrorífico lugar que lo esperaba.

 

Luego de descender, miró hacia todos lados, pero no vio ningún ser horripilante esperándolo; Entonces decidió avanzar más al interior, apuntando con su linterna a todos lados, pero solo veía suciedad. Las paredes estaban cubiertas de telarañas, mientras que el piso era de pura tierra, pero logró ver claramente unas ratas que caminaban más o menos lejos de él, para su suerte porque no deseaba tenerlas cerca. Pero llegando el caso ya que las odia con todas sus fuerzas, pues las aplastaría con los pies. El silencio era sepulcral, hasta que detrás de él oyó algo que parecían ser unos pasos, unos pasos lentos pero que venían en su dirección. El puso sus cinco sentidos en alerta, sujetó su linterna con más fuerza pero inspeccionando el lugar sin ver todabía nada nuevo, hasta que sintió una respiración caliente en el cuello. Pablo no se esperaba sentir algo como esto, de inmediato su linterna calló al suelo debido al sobresalto. No se había preparado para sentir algo como aquello, solo se preparó por si veía figuras feas, fantasmas, o si oía pasos pero nada lo había preparado para experimentar algo así. De inmediato con su cuerpo tembloroso por el miedo, se agachó para recoger la linterna y seguir mirando, hasta que de un momento a otro, sintió la presencia parada a su lado izquierdo. Lentamente, pablo fue girando poco a poco a la izquierda, en una esquina vio algo que parecía ser una pequeña caja, o un cofre, pero vio una rata posada ensima de él. Decidió seguir girando la luz ya que las ratas le producen miedo y asco, pero ahí se encontró con este ser horripilante de aspecto desagradable, tenía garras en vez de manos, era negro, peludo, cadavérico, con unos ojos brillantes como los de un gato pero estaba claro que un gato no era, pues este era más feo y monstruoso, lo estaba mirando fijamente y enseñándole sus afilados dientes. Pablo ahogó un grito, pues pretendía seguir envalentonándose a pesar de que todo su cuerpo le temblaba, su corazón latía cada vez más fuerte, al tiempo que este ser se aproximó más a él mientras emitió un gruñido gutural, como el de una bestia monstruosa. Pablo quiso huir hacia el lugar del rincón que había visto un poco antes, corroborando que la rata ya no estaba ahí para acercarse sin que nada se lo impidiera, pues a eso era que había entrado a tan horrible lugar, no estaba dispuesto a irse con las manos bacías, pues pensaba que ya había llegado hasta allí a pesar del mal olor del lugar, a pesar de la bestia, la oscuridad y las ratas. Pero él no contaba con que no podría llegar al rincón donde se hallaba el cofre con las monedas de oro que tanto anhelaba, pues aquel ser horripilante y monstruoso le cortó el paso, mientras el enseñaba sus dientes afilados como si en cualquier momento se lo fuera a devorar de un bocado y le dijo: —Si crees que te vas a llevar algo de aquí, estás muy equivocado, este tesoro me pertenece, es mío ¡solo mío! Esto último lo dijo con un fuerte grito que a Pablo lo hizo brincar, cayendo nuevamente su linterna al suelo, apagándose, quedando totalmente en penumbras en aquel terrorífico lugar. Pablo emitió un grito desgarrador al verse totalmente a oscuras, desorientado y con aquella bestia que no le quitaba los ojos de ensima, y aún en la penumbra, le parecía sentir como si todabía lo siguiese mirando. Pablo permaneció inmóvil en la oscuridad por unos segundos, hasta que reaccionó y comenzó a gritar todo tipo de maldiciones e improperios, maldecía porque todo le había salido mal, gritaba que maldita su suerte como iba a ser que no pudiera llevarse nada de allí, hasta que aquel ser le contesta con su voz grabe y demoniaca: —No te llevarás nada, pues no sabes lo que te va a pasar, no te acordarás ni de tu nombre. Pablo comenzó a sudar frío, a temblar, su corazón latía cada vez más fuerte, estaba paralizado, hasta que segundos después, perdió el conocimiento y calló desmayado, sin poder hacer nada para huir de allí por sus propios medios.

 

Ya en el bosque, Empezaba a oscurecer, cuando Pablo despertó junto a la cueva, ya había pasado un poco más de una hora luego de aquel suceso, estaba desorientado, no sabía que hacía allí, miró alrededor pero no se acordaba como había llegado hasta ese lugar, no se acordaba de nada, ni de quien era, ni cómo se llamaba, dónde vivía, pensó y pensó pero nada, la angustia se comenzó a apoderar de él, miró alrededor, vio a su lado una linterna rota, la comenzó a examinar pero eso no le devolvió los recuerdos, tenía la mente en blanco, pensaba y pensaba pero sus recuerdos no volvían, se sentía totalmente perdido y no sabía que hacer, hasta que se levantó, caminó por todos los alrededores, alejándose de aquella cueva. Minutos más tarde luego de caminar hasta cierta distancia solo recordó algo, pero fue lo único que pudo recordar en su mente. En su cabeza aparecieron todas las imágenes de lo vivido una hora antes en aquella cueva, el ser horripilante, él con la linterna en la mano, como temblaba del susto, las ratas, cuando la criatura horripilante lo enfrentó diciéndole que no se llevaría nada de allí. Eso lo desconcertó más, pues solo recordó lo vivido allí, pero no pudo recordar nada de su vida personal, seguía perdido, para el esto fue nada porque seguía como antes, sin saber porqué entró allí, el miedo y la angustia se apoderaron de él. Finalmente salió caminando sin rumbo fijo, caminó y caminó pero no podía ver rastro de nada ni de nadie, no habían casas ni personas, ni tampoco una luz que lo orientara para ver donde había algo o alguien, hasta que de tanto caminar se sintió agotado, sin energía, entonces se acostó sobre la hierba debajo de un árbol y se quedó dormido.

 

Ya era la media noche cuando en casa sus padres, sus sobrinos y toda la familia comenzó a preguntarse qué sería de él, hasta que Juan y Diego, sus amigos luego de esperarlo en el pueblo y ver que él no aparecía, decidieron ir a buscarlo en su casa, pues les quedó sonando en la cabeza la idea de que insistiría en ir a ese dichoso lugar aunque les había dicho que no. Al llegar hablaron con toda la familia y los pucieron al corriente de todo lo que habían conversado en el pueblo, ahí Diego se empezó a asustar más todabía, se estaba dando cuenta que en definitiva, todo lo dicho con respecto a la cueva y el ser monstruoso era cierto. Entonces su padre decidido, les dijo a todos que iría a buscarlo al bosque, y preguntó que quien lo seguiría. Entonces se unió la madre de pablo, Juan, diego, su hermana, pero entonces surgió otro interrogante, y era quien se quedaría con los niños, entonces se decidió que irían donde sus vecinos más cercanos para ver si podrían colaborarles. Y así se hizo, el esposo de la vecina decidió que los acompañaría a la búsqueda, mientras la señora se quedaría con los niños.

 

Ya en el bosque comenzó la búsqueda, decidieron dividirse en dos grupos para encontrarlo más rápido; Se separaron, transcurría el tiempo y nada, cada vez se sentían más y más desesperados pero no perdían la calma, ya que llevaban 20 minutos, pero aún así decidieron continuar con la búsqueda. Pasaron por la cueva y nada, los alrededores, nada, siguieron caminando por 30 minutos más, hasta que al fin, una de las linternas iluminó alguien acostado sobre el césped junto a un árbol, era él. Entonces se comunicaron por celular para reunirse. Comenzaron a despertarlo ya que lo vieron dormido ahí, ya era poco más de la 1 de la mañana pero a nadie le importaba, a nadie le importó que hiciera frío, pues lo único importante fue encontrarlo sano y salvo. Pero cuando Pablo despertó seguía igual de desorientado, lo último que recordó fue el haberse encontrado fuera de la cueva, la linterna rota, la caminata y el haberse quedado ahí dormido. Empezó a preguntar quienes eran todos, hasta que todos desconcertados y dándose cuenta de la realidad, le hicieron preguntas y efectivamente, había perdido la memoria.

 

Entre todos le explicaron de la mejor manera que pudieron a pesar del miedo que tenían, hasta su amigo Diego que antes no creía nada, pero se daba cuenta de la realidad. Quien era, quienes eran cada uno, hasta que él frustrado por no recordar nada, asintió y pensó que si ellos eran su familia y amigos, a pesar de todo los veía como extraños por no recordar nada, pero esta era su salvación, pues tendría que seguir, aunque no podía encontrar explicación a lo que le había pasado, solo le digeron quien era, que se llamaba pablo y que estaba perdido y que ellos eran sus familiares, amigos y su vecino. Pero él quería saber más, porqué terminó solo, abandonado en medio de la nada y sin recordar nada de su vida.

 

Finalmente llegaron con Pablo a su casa, tuvieron que enseñarle la casa, su habitación y demás, hasta los niños estaban horrorizados por ver a su tío en ese estado, pues ellos recuerdan haber estado en el mismo lugar, sintiendo el mismo horror pero nunca perdieron la memoria.

 

Al día siguiente Trajeron a su casa a un chamán del pueblo que les aseguró que podría deshacer el mal que le habían puesto en aquella cueva, pues dijo que se trataba de un brujo que mientras vivía enterró un tesoro, y lo conjuró con un hechizo de magia negra que hacía que le sucediera lo que a Pablo por intentarlo sacar de ahí, sobre todo porque iba con la ambición. Pero quien fuera solo de curioso le daría solo un susto, tal y como pasó con los niños.

 

Dos semanas después, Pablo estaba totalmente recuperado, ahora recordaba todo con total claridad, y aunque las primeras noches por cuestión del mismo hechizo tuvo pesadillas con un ser horripilante, ahora se daba cuenta de todo, ahora tenía bien claro que no debemos estar donde es prohibido estar, pero está feliz de haberse recuperado gracias al chamán del pueblo.

 

Yuly Torres. 

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