La importancia del alma.

La indiferencia, es la importancia del alma, más habla de mí, más te dejo ir, más me odias, más te hundes, ve al infierno por mí, y verás como el fuego te destruye ese ego tan alto que tienes, como quema tus raises y tus bienes, verás como las llamas te envuelven, en la soledad absoluta por no saber ni lo que pierdes. Crees poseerlo todo, crees alcanzar las estrellas, lo que no sabes, que ni volando serás una de ellas. Están tan lejos de ti, están tan decepcionada de tu manera de ser, de tu manera de mirar a las personas, de creer que eres mejor que nadie, cuando en realidad no sos nada. Si supiera lo complicada que es la vida, si supiera lo dura que llega hacer y como el destino marca tus pasos, si ni siquiera sabes lo que son los fracasos, siempre crees estar en alto, pero cuidado no baya hacer que el suelo te choque cuando bayas abajo. No seas tan soberbio en la vida, no sabemos cuándo se acaba ni cuándo será tu día, día de los juicios, donde nadie se salva, es el destino. La vida es una rueda, así como empezaste tu quedas, en la batalla nadie gana la guerra, porque la indiferencia es la que quema. Quema tu alrededor, verás como hierve tu corazón, verás como te siente la decepción de perderlo todo y sin razón. Jura a todos tu perdón, créeme será lo mejor, porque en el tiempo, la oscuridad probará tu valor. No que tanto presumes de ser mejor, veamos como te va en el dolor, como se frustran los sueños, y se alejan las ilusiones. Luego no vengas llorando pidiendo compasión, las puertas estarán serradas y tu indiferencia será tu razón. Sueños rotos todos tenemos, a veces hay que ser valiente para aceptar lo que somos, y cobardes para ver como son los demás. La envidia y la soberbia no ayudan en nada, pues las arrastra el viento a donde no existe ni tu alma, donde haberlo perdido todo te enseñará a no culpar a nadie, ya aceptar que te equivocaste, a veces vale ser valiente y decir la cagué, enfrentar mis miedos y mis errores, que vivir culpando a los demás y andar con temores. En este mundo nadie es un santo, el que lo crea no sabe de canto, mucho menos sabrá ni lo que es yanto, porque en la vida lo ha tenido todo fácil, que ni para saber como uno mismo es, es franco.

 

Judith Farías. 

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