Hace mucho tiempo, en un pueblo un tanto apartado vivía una joven pareja con un niño llamado Philip, de aproximadamente siete años de edad. Era un lugar hermoso, con increíbles paisajes, un río de agua cristalina, con altos y frondosos árboles que traían cosecha de diferentes frutos, además de hermosas aves de múltiples colores, las cuales todas las mañanas los despertaban con sus alegres cantos. Su casa era pequeña y humilde, pero Philip era feliz allí.
Un día, decidieron salir de paseo a un pueblo que no
conocían, pero Philip aún más que sus padres, se notaba alegre ya que conocería
un lugar nuevo, y estaba ansioso por descubrir cómo era.
Pasaron pocos días cuando luego de estar en el pueblo
desconocido, donde Philip conoció algunos niños, jugaron y se divirtieron,
compraron golosinas para comer, hasta que a sus padres se les ocurrió la idea
de ir a acampar a una zona boscosa, diferente a la que ya conocían. Así
emprendieron el camino, caminaron un largo trayecto durante 40 minutos hasta
llegar a su destino.
Tres días después: Philip decidió alejarse del
campamento, porque le ganó la curiosidad de ir a explorar en el bosque y ver si
algo nuevo encontraría. Y así poco a poco se fue alejando, maravillado por El
lugar, el canto de las aves, algo muy similar a lo que ya conocía, con la
diferencia de que allí existían especies que no había visto nunca. Philip
siguió caminando por el lugar muy contento, cuando más tarde se sintió
hambriento, entonces quiso regresar, pero minutos después de caminar de vuelta
al campamento, se percató de que estaba perdido. Comenzó a angustiarse, miraba
a todos lados, deambulaba de un lado a otro pero no sabía a donde ir, hasta que
luego de mucho caminar, se sentó exhausto bajo la sombra de un árbol,
pensativo.
Minutos después: Philip comenzó a llamar a sus padres a
gritos, se cansó de llamarlos por largo rato hasta que se echó a llorar,
pensaba que quisá ya nadie lo encontraría. Al cabo de un momento, Philip
decidió subir al árbol y agarrar unas cuantas manzanas para comer. Cuando se
sentó nuevamente donde estaba, pudo ver como una majestuosa ave de múltiples
colores, se posaba a su lado. Era una ave grande, hermosa, multicolor; y lo que
más le llamó la atención, fue que nunca había visto un ave como aquella, tan
hermosa, tan diferente a las que comúnmente veía; pero él estaba maravillado
con ella. Hasta que de repente, Philip sintió como lo acariciaba con su pico;
entonces él la miró, alargó el brazo y le acarició su cabeza. En ese momento
ella le habló
—¿Porqué estás tan solo en medio del bosque?
Él se quedó mirándola pensativo por un momento
—Bueno… solo quería caminar un poco, explorar pero… ahora
estoy perdido… contestó Philip temeroso.
—No te preocupes, no te dejaré solo, estaré aquí para hacerte
compañía; me gustaría que seamos amigos.
Philip aceptó encantado, acaba de darse cuenta que
después de todo no estará tan solo, aunque no estará feliz completamente hasta
no encontrar a sus padres.
No pasó mucho tiempo para comenzar a oscurecerse,
haciendo que tuvieran que quedarse durmiendo en un lugar cercano, sin poder salir
a buscar a los padres de Philip que con forme veía caer la noche, se asustaba
más; pero su amigo nunca lo dejó solo, de tanto en tanto le hablaba, o cantaba
para consolarlo.
Ambos se dispusieron a marcharse de allí, porque el
pájaro le aseguró a filip que cerca de donde estaban había algo que parecía un
pequeño rancho, que ahí podían dormir al menos por esa noche, mientras se
llegaba el día siguiente para poder buscarlos. Mientras recorrían el bosque,
con la poca luz que quedaba al final del atardecer, recogieron algunos frutos que
les servirían como cena. Cuando Philip tuvo sus manos y bolsillos llenos, se dispusieron
a entrar al pequeño rancho, iluminados por la tenue luz de la luna que, la cual
comenzó a verse en el momento en que una nube la deja al descubierto.
Al día siguiente, son las siete en punto de la mañana
cuando Philip y su nuevo amigo se despiertan. Los rayos del sol se cuelan por
las rendijas del pequeño rancho, anunciando una nueva mañana. Ambos se levantan
y comen algunos frutos, antes de emprender de nuevo la caminata; pero de
repente sin previo aviso, se oscurece y comienza una lluvia torrencial; a
continuación, Philip rompe en yanto, mientras alega que no es justo que venga
la lluvia justo en este momento, que se disponía a reanudar la caminata para
reencontrarse con sus padres.
—Todo va a estar bien, ya verás que los encontraremos, solo
tenemos que esperar a que pase la lluvia. Lo tranquilizaba su fiel amigo emplumado,
mientras notaba que aumentaba ligeramente el aguacero.
Philip esperó y esperó en compañía de su amigo, hasta que
treinta minuto después, disminuyó un poco el chaparrón; de repente en frente de
ellos así como de la nada, apareció la silueta de una hada; en cuestión de
pocos segundos se hizo más nítida ante ellos, de modo que supieron que era real.
Era muy bonita, tenía sus alas blancas y celestes. Les sonreía, pero se dirigió
a Philip con una voz aguda y suave
—Pídeme un deseo, el que quieras y te lo cumpliré. Philip
estaba muy emocionado, y no dudó en decirle:
—Quiero que deje de llover, pero también quiero reunirme
con mis padres; por último que mi amigo
emplumado multicolor me acompañe, regrese a mi casa conmigo.
La hada lo miró fijamente y le dijo con voz seria:
—Recuerda que debes pedir solo un deseo, pero ese deseo será
el más importante, el de más valor para ti.
Philip lo pensó por un momento mientras la hada sonriente
lo observaba, a la expectativa del deseo que le iba a pedir a continuación.
—Lo que más quiero en este momento es ver a mis padres; dijo
philip con firmeza.
La hermosa hada sonrió alegremente y dijo: “deseo
concedido”
Al cabo de un momento, Philip notó que la hada
desapareció, todo en su entorno se vio diferente, la lluvia cesó; entonces
comenzó a mirar a todos lados, y se dio cuenta que estaba en la sala de su
casa. Pudo ver como en el jardín estaba su amigo multicolor, mientras que
entraron sus padres y los tres, se abrazaron fuertemente. Philip salió por un
rato con su amigo; se subió en su lomo, y volaron juntos por el campo, muy
contentos de estar allí.
Escrito por: Yuly Torres

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